LA
ESCLAVITUD
El término “esclavitud” se
extiende a dos sistemas profundamente distintos. Su distinción histórica es
imprecisa y sutil.
Primeramente, hubo el tipo
de servidumbre, calificado, por regla general, como “antiguo” o “moderados”.
Constituía un atenuante de la suerte de los esclavos, quienes tenían la
posibilidad de salvarse de la muerte, entregándose al dueño para conseguir lo
que hoy en día llamaríamos “el mínimo vital”. La “cuerda al cuello” para la
“comida de gorra” felizmente ha sustituido, de este modo la antropofagia. Por
eso, durante tanto tiempo, la institución ha tenido carácter de progreso.
En su segunda forma, empero,
la esclavitud se extenderá progresivamente como un criterio de segregación del
nivel de vida, a menudo con una racial.
La segunda forma de
esclavitud es el resultado, en cierto modo, del abuso de la primera. Incluso
podíamos decir que no es más que su prolongación hasta tal punto es egoísta y
celosa del hombre en sociedad.
Si las sociedades
esclavistas han sido florecientes es gracias a una fuente permanente de energía
humana. Dicha energía se le han proporcionado las multitudes de razas
extranjeras antes de la aparición de las fuerzas motrices modernas y de la
creación, por los zoólogos, de nuevas razas de animales de trabajo.
Ha sido necesario el
progreso técnico bajo todos sus aspectos agrícolas o industrial para encontrar
otras formas de energía: animales de trabajo, combustibles, electricidad, etc.
¿Se podría sacar, pues, una
conclusión optimista del estudio de la esclavitud?, ¿ha contribuido o no el
progreso material a mejorar el hombre? Es un problema bien conocido. Si lo ha
liberado de las cadenas más burdas que lo han oprimido durante miles de años,
el maquinismo está a punto de ganar su proceso moral. Pero ¿es esto
completamente cierto?
Se ha conseguido la
abolición al menos en derecho y, sin embargo, es en vano que en nuestra época
queramos hablar, de una humanidad libre.
En nuestro mundo moderno,
para evitar el hambre, millones de trabajadores abdican cada día de su libertad
individual y deben renunciar a llenar su vida con los mil y un esquemas físicos
e ideales que le darían un sentido, una
razón de ser.
Los autores de ciencia
ficción H. G. Wells, A. Huxley han imaginado un mundo descompuesto por la
tecnocracia hasta el punto de volver a un sistema bárbaro, contando a la
esclavitud entre los fundamentos de su sociedad imaginaría.
La miseria del “tercer
mundo” demuestra que, para que las hipotecas de la pobreza económica y social
han sido levantadas, la solidad mundial debe hacerse oír denuevo.
Esta deberá proporcionar un
mayor esfuerzo que para la abolición de hace un siglo, porque, en el fondo, el
problema social no ha cambiado, y la abolición solo ha sido destruido una
fachada, sin llegar al fondo del problema. En la historia de la lucha entra
tengo y no tengo, la esclavitud solo constituía la etapa material más abierta y
cínica, por consiguiente, la más fácil de suprimir.
ANÁLISIS
DE LA INSTITUCIÓN ESCLAVISTA
LA
ESCLAVITUD SIMBIÓTICA
La preservación del hombre
fue la primera función social de la esclavitud "moderada" o
"antigua". Era, en cierto modo, "el punto" de refugio de
los seres amenazados de muerte. La situación desfavorable del momento creaba
esta “necesidad recíproca que tiene el pobre del rico y el rico del pobre”, y
que, según palabras de Fustel de Coulanges, “creó los servidores”.
El esclavo era, entonces, lo
que hoy llamaríamos más bien un “criado”, un servidor vínculado a la antigua
casa ya sus dependencias. Sus lazaos de cautiverio se desprendían del
agradecimiento que tributaba al amo desde el día en que, hambriento y
perseguido, rechazado por sus semejantes, había ido a “llamar” a su puerta.
Una servidumbre tan moderada
tenía una base exclusivamente patriarcal. El recién llegado se añadía a los
miembros de la antigua gran familia.
Los servidores se unían a
sus amos con mucho afecto.
El fundamento de la esclavitud
simbiótica: el hambre
Entre
las desgracias de la humanidad, la pobreza y el hambre son los más seguros
proveedores de criados de la antigua familia.
Bajo
la presión del hambre se establecía una especie de contrato entre las dos
partes. Una de ellas se, comprometía a cuidar de la alimentación siempre
suficiente de la otra, que por su parte le serviría lo mejor posible.
Cuando
la puerta de la casa se abría por primera vez ante el nuevo servidor, una
ceremonia análoga a la de la adopción debía resaltar el acontecimiento. Aunque
más tarde haya perdido su significado para quedarse en símbolo, es una suerte
que los ritos hayan llegado hasta nosotros. Nos muestran la importancia del
acontecimiento. Según el escoliasta de Aristófanes, se hacía aproximar al
recién llegado. Se le ponía delante de la divinidad doméstica, que se convertía
en la suya. Se le echaba agua lustral sobre la cabeza. Finalmente, compartía
algunos pasteles y frutas con sus patronos, como símbolo.
Las
obligaciones no eran unilaterales; también el amo había contraído unos deberes.
Debía a su servidor una alimentación correcta. Si algún día llegaba a no ser
suficiente, los lazos del esclavo se rompían por las mismas razones que los
habían entrelazado. Entonces se presentaba un problema jurídico.
¿Podía
deshacerse de sus obligaciones en caso de que el amo repudiaría las suyas? En
el antigua derecho siamés, el servidor insuficientemente alimentado podía irse
libremente y el amo lo perdía sin posibilidad de hacerlo regresar.
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